La tolerancia por bandera
El humor satiriza, caricaturiza y relativiza nuestra compleja sociedad, formalizada y pretendidamente correcta, en donde conviven mil sensibilidades distintas. El humor es útil e imprescindible para evidenciar y cuestionar con ironía los aspectos ridículos de esas formalidades y correcciones. Para ello actúa siempre de una manera burlona y sarcástica que no siempre regocija a todo el mundo; pero observemos que nunca se deja de advertir al público de su intención, presentándose en espacios propios para su función.
De un tiempo a esta parte detectamos una alarmante y polarizada propensión a la ofensa ante la práctica humorística como elemento de crítica y nos preocupa la amenaza latente de regreso a tenebrosas épocas pasadas de la mano censuradora de lo políticamente correcto. Cuando hablamos de los límites del humor señalamos los límites de la tolerancia. El humor es la prueba del algodón de la libertad de expresión, fundamental concepto en una sociedad emancipada y democrática. Ante casos en que se puedan o hayan podido herirse sensibilidades, por descontado respetables, desde el Instituto Quevedo de las Artes del Humor apelamos a la civilizada tolerancia, hacemos un llamamiento en defensa de la sanadora ironía y reivindicamos el arte inteligente y responsable de practicarla con libertad.
el VERA dice
La bandera es un pedazo de tela de color o colores dispuestos en franjas, figuras simbólicas o escudos. En cuanto la bandera posee un grupo, se convierte en un símbolo en sí misma. Para el propio grupo y para el resto de los grupos. Ondean en los límites de las fronteras acotando el territorio, avisando. La gente dice con orgullo sentir los colores de sus banderas, besan las suyas y queman las de otros. Celebran con alegría cuando las ondean más alto que las otras banderas. Algunos las llevan bordadas en la ropa, banderillas en las gorras y camisetas. Proyectan sus banderas con luces de colores sobre los edificios y monumentos. Pintan las fachadas de las instituciones a banderazos de colores. Baila solemne la bandera al viento mientras suena como poema un nuevo himno.
Si inventase una nueva bandera, si la diseñara diferente a cualquier otra y me sonara con ella en una actuación artística, alguien le encontraría cierto parecido a otra bandera. Probablemente sería a la suya y así poder ser ofendido. No ofende el acto hacia el símbolo, ni en si mismo ni a lo que representa. Lo que ofende a algunos es que se pueda hacer, es la posibilidad de crear en libertad lo que les preocupa.
Hay banderas exactamente iguales, como Escocia y Tenerife, o muy parecidas como es el caso de Chile y Texas. También algunas banderas cuando están dobladas pueden parecerse a otras. Y, absolutamente todas, cuando están arrugadas y envueltas en si mismas no parecen más que un trapo amorfamente coloreado carente del más mínimo sentido del humor.