Introducción
Cuando era niña, vivía con mi familia en Washington D.C. y me enganché a la moda de aquellos tiempos: los cómics. Fáciles de leer y entretenidos, me convertí en una lectora apasionada de Los Archies, La pequeña Lulú y de cualquier otro texto disponible en formato cómic.
Al volver a mi país, echaba de menos leer cómics, ya que no había ninguno disponible en Pakistán. Estudiaba medicina, pero mi corazón estaba en bellas artes. Hacía ilustraciones en los márgenes de los libros de ciencias. Así que me decidí y me cambié a bellas artes y literatura.
Después de graduarme, como aún cómics locales, decidí que yo misma los haría.
Así nació Gogi.
En 1970 nació Gogi.
Antes de producir cómics de forma profesional ya sabía que mi personaje central sería una mujer, educada, inteligente, moderna, segura de sí misma e incomprendida. Tendría la energía y las ganas de hacer algo, como cambiar mundo.
Empecé con las cosas más cotidianas, con el humor cotidiano. Gogi no tenía miedo y hacía lo que creía correcto. Fueron mis días de «diversión y alegría».
Con los años, Gogi se convirtió en un símbolo de la mujer pakistaní ilustrada y aventurera, que se niega a someterse a la autoridad. Busca darles la vuelta a las situaciones más complicadas con humor, sobre todo los problemas a los que se enfrentan las mujeres.
Ya en los años 80 Gogi se había convertido en un personaje muy conocido. Entonces entré en la televisión, donde contaba historias través de imágenes. Las dibujaba en directo.
Gogi se vestía según el entorno que simbolizaba. Se ponía una «lacha»[1] en el pueblo, con un ordenador en la cabeza en lugar de los cántaros de agua (caricatura Village men). Sin embargo, su vestido de puntos sería su marca personal siempre presente.
Con el tiempo y sucesivos destinos profesionales de mi marido en el extranjero, acepté que mi carrera sería accidentada. Gogi pasó a un segundo plano.
Cuando resurgió lo hizo con una perspectiva más madura de la vida, por ello sus mensajes comenzaron a tener un contenido social a través de viñetas en autobuses públicos ilustrando temas como los derechos de las mujeres, la educación de las niñas, los derechos de los niños, el buen gobierno, el medio ambiente, etc.
Después de hacer ilustraciones en trece autobuses en la ruta entre Rawalpindi e Islamabad, cuatro en Lahore y dos más posteriormente, decidí que Gogi tomaría un descanso y empezó a aparecer en murales en los hospitales públicos con mensajes didácticos relacionados con la salud e higiene.
Los mensajes no eran graciosos. Sin embargo, Gogi ya era un personaje conocido que servía de inspiración para muchas personas. Por lo tanto, los patrocinadores consiguieron generar el impacto que buscaban. Después de hacer murales en cinco hospitales, me dediqué a la ilustración de libros y a los anuncios animados (animación digital).
Llegué al punto de crear una historia para cualquier asunto que me molestaba, y había muchos. Antes, si me enfadaba, dibujaba una viñeta de Gogi o una tira cómica, ahora escribiría un libro de cuentos. He terminado escribiendo más de treinta. Algunos son libros que ilustré y otros que yo misma escribí e ilustré.
Gogi pasó de un papel a otro, no siempre siendo el personaje principal (The garbage monster), y publiqué seis cómics de concienciación en los que no aparecía. Los personajes secundarios a los de la familia de Gogi la sustituyeron en los cómics de sensibilización social.
Es alentador saber que Gogi no envejece y que representa la juventud con la moda y el estilo contemporáneos.
[1] Traje tradicional de la zona de Punyab, Pakistán, que se usa, sobre todo, en ocasiones especiales.
Deja una respuesta